La noche en que la iban a cercenar, Giuseppe Mazda se levantó en la madrugada para esperar el tren en que llegaba su amante . Había soñado que corría por una enorme pradera, colmada de tulipanes blancos, donde a lo lejos logró observar a una dulce y tierna joven, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió atemorizado al ver reflejado en el muro la silueta de su esposa. ''Tuvo una vida infeliz'', me dijo Pietro Visconci, su amigo, evocando 4 años después los pormenores de aquel mièrcoles fatídico.
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EJERCICIO 14 - CRÓNICA
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